¿Qué nos dejó el Curso Anual 2018 “Jacques Lacan y la Salud-Mental”?
“Si se pusiera tanta seriedad en los análisis como la que yo pongo en la preparación de este Seminario, pues bien, sería tanto mejor, y seguramente tendría mejores resultados.
Para ello haría falta tener en el análisis –como yo lo tengo, pero se trata de lo sentimental, de lo que hablaba el otro día- el sentimiento de un riesgo absoluto” (Lacan, 2006,45).
Recorremos este curso a partir aquellas advertencias que de él se desprenden y que apuntan a despertar a los mismos psicoanalistas.
Por un lado, siguiendo a Lacan (1974), si suponer un real no compromete a nada más que a “conservar”, es necesario que el psicoanalista esté a la altura de dar cuenta en qué consiste su práctica. Con qué elementos opera, qué fines persigue, qué funciones y qué lugares están en juego allí.
Quizás esto sea más parecido a una operación matemática que a otra cosa, o al trabajo con algo puntual y pequeño, pero que sin embargo conmina al analista a inventar su quehacer.
A propósito, el curso nos señaló la necesidad de tener una concepción de cómo se hace y cómo se deshace un hombre articulando eso al montaje y el desmontaje de la pulsión, específicamente a los funcionamientos automáticos que luego en esos trazados suceden. Muchos de estos últimos impulsados aún más por la presente época de predominio tecno-científico.