¿Qué niño para el psicoanálisis?
Si la palabra niño deriva del latín infans, que lo define como mudo, aquel que no habla, infantil, se alude así a la incapacidad de hablar. Además de ello es esencial preguntarnos ¿qué hacemos con su decir?
Indagar a dónde apunta la praxis psicoanalítica con un niño permite actualizar los saberes que nos orientarán respecto a aquel interrogante. Coincidimos con García en que no retroceder frente al trabajo con niños no quiere decir que se sepa lo que hay que hacer (2001, p.12), puesto que las preguntas en cuanto a la infancia giran, generalmente, más en torno a establecer diferencias entre el concepto de niño y el de adulto, que a despejar a qué referimos por niño en nuestra práctica analítica. Por ello el presente espacio pretende producir un saldo al respecto que marque una diferencia en nuestro quehacer clínico.