Discusiones sobre la civilización Hipermoderna

Javier Bolaños*

Resumen

El sujeto, que no es el individuo, es también la civilización … [Por eso] no hay clínica del sujeto sin clínica de la civilización, señala Jacques Alain Miller en Psicoanálisis y política.

El objetivo central del presente trabajo, es contribuir a la reflexión sobre los fenómenos (de discurso) que atañen al malestar en la civilización y a la escena subjetiva que de ello resulta.

Se parte de la hipótesis según la cual nos hallamos inmersos en un discurso hipermoderno. Si dos son los elementos que definen a un discurso, en tanto es lazo social y al mismo tiempo es un modo de tramitar dicho malestar (goce), ¿cómo comenzar a pensar a este discurso hipermoderno?

Palabras Claves

Discurso – Coexistencia- Paradoja – Hipermodernidad.

Abstract

The subject, which is not the individual, is also the civilization … [That’s why] there is no clinic of the subject without the clinic of the civilization, says Jacques Alain Miller in Psychoanalysis and Politics.

The central objective of the present work is to contribute to the reflection on the phenomena (of discourse) that concern the discomfort in civilization and the subjective scene that results from it.

It starts from the hypothesis according to which we are immersed in a hypermodern discourse. If two are the elements that define a discourse, whilst it is a social bond and at the same time it is a way to deal with that discomfort (jouissance), how do we begin to think of this hypermodern discourse?

Keywords

Discourse – Coexistence – Paradox – Hypermodernity.

Lacan en el Seminario 17 señala una dificultad a la hora de intentar comprender la época: el discurso dominante ya no tiene la misma estructura que el del amo antiguo, se ha modificado justamente su lugar pues es el saber quien ha tomado el mando, es decir, la autoridad ya no se funda en un ideal que sostiene el orden, sino en la utilización de un saber particular, un saber que, en tanto totalidad, sólo revela una verdad, una verdad de amo. A este nuevo discurso lo denomina universitario y lo homologa al capitalista; surge en el horizonte un nuevo modo de tramitar el malestar de la cultura, de tratar el goce que excede (o escapa), mediante un todo-saber que intenta subsumirlo, domesticarlo por completo; simultáneamente, y a partir del ordenamiento que propugna, cobra pleno valor el papel administrativo del mundo (Lacan lo llama el totalitarismo de la burocracia).

Años más tarde en Milán, Lacan se posiciona de otro modo frente a la vida contemporánea, ubica distinto al sistema capitalista. Destaca un discurso con una lógica mucho más efectiva en la búsqueda de ese cometido, reintegrar o reabsorber el goce al funcionamiento del sistema, una lógica solipsista que al no dar lugar a dicha pérdida deja el goce al alcance de la mano del sujeto. Nace así el matema del discurso capitalista.

Ahora bien, el discurso capitalista, al erigirse justamente sobre un rechazo a la castración, pues la inversión tanto de los términos S1 / $ como del vector que conecta el lugar de la verdad con el lugar del agente (lo que indica que este último en vez de estar determinado por ella por el contrario la dirige) imposibilita el lazo pues éste se funda precisamente en el no-todo. Pero, ¿cómo pensar un sujeto que está fuera del lazo social teniendo en cuenta que, siempre según Lacan, el sujeto no puede eludir la determinación discursiva? Un intento de dar una respuesta es recurriendo a la civilización hipermoderna.

El sociólogo francés G. Lipovetsky propone el término de hipermodernidad para indicar que la lógica de la modernidad, que en su planteo se sostiene sobre los ejes individualismo–consumismo-dinámica tecnocientífica, hoy es llevada a su extremo. Dichos ejes no llegaron a ser destruidos, asegura, sólo se han concentrado y radicalizado sus lógicas. En lo fenomenológico puede advertirse, manifiesta, una cultura paradojal que combina el exceso con la moderación, el hiper-consumo con la valoración de principios como la prevención, el equilibrio, el retorno de la moral; una cultura en la que si de un lado hay exacerbación (clonación, biotecnología, aceleración tecnocientífica sin límites), del otro hay una recomposición de un cierto orden de comportamiento (preocupación por derechos del hombre, valores éticos, salud).

Si vivimos en una civilización tan paradójica y contradictoria que por una parte apunta a una economía de goce sin pérdida, a un movimiento que se autoimpulsa eternizando el goce sin hacer lazo, y por la otra se restituye una posición ética, una relación con el Otro, con la sociedad, el supuesto de dos estructuras discursivas que coexisten a la hora de examinar la civilización no parece extraño: una reduce al sujeto al puro organismo homogeneizando sus modos de goce, homologando su funcionamiento al de una máquina; la otra hace lazo por medio de la función normalizadora y universalizante del saber del amo.

El discurso del saber universitario (científico) produce sujetos que el discurso capitalista distribuye acorde a la lógica de mercado. Un todo-saber propone operar a través de la evaluación (la estadística) con un sujeto cuantificable, comparable, clasificable, para que el discurso capitalista produzca elementos a modo. En palabras de Lacan, de un plus-de-gozar de imitación, proveyendo el objeto que suture, ilusoria y provisoriamente, la hiancia. Asevera J. A. Miller en Psicoanálisis y Política que la evaluación es el paso del ser único a ser-uno-entre-los-demás. Ya lo denuncia G. Agamben en Estado de excepción cuando afirma que vivimos bajo un régimen de totalitarismo moderno en el que el estado de excepción se ha transformado en la regla; un régimen que se esfuerza en reabsorber, reintegrar la excepción al funcionamiento del estado de derecho con el propósito de volverlos indistinguibles. O, para citar un último ejemplo, Zygmunt Bauman, cuando en Modernidad Líquida sostiene esencialmente que uno de los efectos más importantes del sistema actual es la disolución de las estructuras de comunicación y coordinación entre las políticas de vida individuales y las acciones políticas colectivas.

Pero a la hora de pensar en la coexistencia de dos discursos surge una dificultad. Lacan señala dos elementos claves a la hora de definir un discurso: primero, que no hay tal discurso si no es del goce, si no da lugar a la falta; segundo, que un discurso sólo subsiste en un cierto número de relaciones estables. Por ende el capitalista no es discurso, ya que no cumple con ambas condiciones. En tal caso, es por la coexistencia entre el discurso universitario y el mecanismo, sistema, pseudo-discurso capitalista, que emerge en escena, en tanto efecto de dicha coexistencia, la civilización hipermoderna.

Miller en Comandatuba (2004) dice que el psicoanálisis cambió el mundo al punto tal que el discurso de la civilización hipermoderna tiene la estructura del discurso del analista, la relación entre psicoanálisis y civilización agrega, es de convergencia1 pero en el último caso, los cuatro términos del discurso permanecen en “disyunción” con los otros (el plus de gozar comanda, el sujeto trabaja, las identificaciones reemplazadas por la evaluación homogénea de las capacidades, mientras que el saber se activa en mentir y en progresar) y sólo en el psicoanálisis estos elementos se ordenan en un discurso. Es el ascenso al cenit social del objeto a que destacó Lacan en el Seminario 17.

Pero al diagnóstico de Miller, más que en términos de discurso hipermoderno, quisiera pensarlo como el escenario donde se representa la subjetividad contradictoria de la época, donde el a, en tanto vida desnuda (Agamben), orienta al sujeto en el malestar cultural. Justamente es a lo que se refiere Lipovetsky: El gran problema de la Hipermodernidad no es tanto la disfuncionalidad, sino la fragilización de los individuos2.

* Miembro activo y presidente de la Fundación Salto.

  1. Miller, J.A. (2004). Disponible en: http://www.congresoamp.com/es/template.php?file=Textos/Conferencia-de-Jacques-Alain-Miller-en-Comandatuba.html. Recuperado: enero 2017.
  2. Lipovetsky, G. (2004): Disponible en: https://www.pagina12.com.ar/diario/cultura/7-42739-2004-10-25.html. Recuperado: enero 2017.