Comentario al texto “¡Circulen!” de FS

¡Circulen! ¿Direccionados hacia dónde? Dónde operaría un límite, o bien un borde, para situarse un momento a interpretar esa política, esa gestión; entonces su-gestión, que prospera continuamente montando una aparente satisfacción en la que la ciudad vela su falla. El bien “circular” se acota en ese sentido, hay una forma buena y, por lo tanto indeseable, de circular, valores agregados, pues el acento es que, bien o mal, se lo debe hacer. Si se sale de la senda, si se encienden las balizas, señal de que algo no anda, deberemos justificar el motivo de detención frente al agente que permite, sí demorarnos no así detenernos. De lo contrario: ¿contribuiría al bien común ese que no hace más que estar allí en ningún lugar? El malestar es evidente, la sugestión en su intento de eliminarlo de raíz se ha encandilado con su propia fuerza, siendo su proceder pura iluminación. Es decir que, al apuntar a los orígenes en el plano de la ontología, ha perdido su capacidad de intervención, siendo el imperativo su modo: “no se detenga hay un lugar que usted ha olvidado que le pertenece con exclusividad pero, tenga claro, no le pertenece a la ciudad”. Entonces, no podría haber algo sin nombrar para el dirigente. Imagine una calle sin nombre, donde ningún prócer pueda funcionar como vector de la buena circulación, una calle vacía de nombre, salto entre una entrada y una salida. Estrictamente, esa calle sin nombre, ¿osaría convertirse en el centro de la ciudad? Creo que sí, y no hablemos de que “sin nombre” es un nombre, hablo de la falla entre calle y calle, tensionadas. Inevitablemente, se abriría, allí, un llamado, al menos a saber dónde se está parado.

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