El 7 de abril próximo se celebra el día mundial de la salud. La fecha remite a la conmemoración de la creación de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Todos los años se elige para ese día tratar un tema, de “mayor interés” que otros, en torno a la “salud pública mundial”. El de este año es la hipertensión y, en función de ello, se establecen campañas de prevención y de concienciación en todo el planeta.

​Pero, en este contexto, uno bien podría preguntarse ¿a qué se refiere exactamente lo que se conmemora este día?, puesto que una concepción tan naturalizada como la de salud, que circula en la época, resulta, a la hora de tener que dar cuenta de ella, como mínimo problemática.

​Pues si se da un rápido vistazo a la cuestión no queda muy en claro de qué modo la salud adquiere otro estatuto que el de “idea”, que Georges Cangilhem utilizaba tan acertadamente. Y cómo aquella alcanza, luego, pretensiones de “mundial”.

​Tal vez, no aislar a la salud de una política en juego permita captar algo al respecto.