2017: De l’insu al momento de concluir
Tal vez se evidencie cierta decadencia del amor en la época cada vez que se advierte que la Père-version de antaño, en tanto ley del amor (eterno), pierde la cruzada contra el empuje toxicómano de los cuerpos desnudos. O tal vez sea aquel mismo amor el que, transformado hoy en la técnica de felicidad del mercado, represente dicho empuje.
De una u otra manera, afirmaba Lacan, la exigencia del goce no conviene a la relación con el Otro.
Veamos: del amor como función de medio imaginario en busca de lo bello (amor de transferencia) Lacan se dirige a un amor que, vaciado de toda significación (con una función de anudamiento entre lo real y lo simbólico), surge como aliciente (atractivo o incentivo) frente al encuentro con la imposibilidad sexual. Es decir, un amor que permitiría el lazo en la discordancia radical de los sexos. Pareciera que un límite allí conecta, que establece una continuidad, pero sin restablecer el esplendor añorado. Se experimenta una relación que aloja (en tanto vacío) lo imposible de dicha relación. Lo esencial es que a este amor no puede conocérselo de antemano, no está ligado a la previsión ni a la estrategia, pues, por el contrario, está en manos del puro acontecimiento.
¿Pero esa es la última forma de concebir el amor para Lacan? Tal vez haya un modo nuevo de plantearlo articulado a un final…o a un comienzo.