El bibliotecario está leyendo a Germán García

“Para Macedonio Fernández la bio y la grafía se excluyen: la grafía es la huella de la ausencia, la vida es una serie causal de sustituciones ilusorias, de recurrencias misteriosas. Se vive por automatismo, se escribe por pasión.

Hay biografías. Las huellas que alguien deja inscriptas en la memoria de los otros, en cartas y en acciones registradas, son como el material de un texto.

El problema está en el “material”, el problema está en el “cómo”: el texto biográfico se construye como si fuese la huella efectiva, transparente, de la vida que infiere en sus compases sintácticos. Los textos biográficos, como los que hablan de historia, son intrigas que intentan sustituir y evocar las intrigas ausentes que refieren. El pasado es siempre un relato que al decir acciones ocurridas usa palabras que siempre dicen otra cosa: mientras el referente biografiado no está en ninguna parte, su biografía siempre está ocurriendo de nuevo” (García, 2000, 37-38).

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