¡Circulen por Córdoba!

Si ayer se escuchaba ¡Por favor, deténgase!, hoy, por el contrario, se oye ¡Circule! Es curioso que la caída de las prohibiciones de antaño no haya dado, como era de esperar, permiso para la circulación sino que, extrañamente, la haya transformado en necesaria. Tal vez esto se deba a que, una vez que su lógica se instala, ésta ya no puede detenerse. Es que se verifica, una y otra vez, que la circulación solo produce más circulación. Esa es su estructura y así funciona.
La novedad en la ciudad de Córdoba radica en que circular se asocia a otro término, desde hace algún tiempo se lo llama circular bien (propuesta basada en un programa de seguridad vial y reordenamiento vehicular promovido por la Municipalidad de Córdoba desde el año 2012).
En principio, es interesante interrogar la puesta en continuidad de ambas palabras. Al agregarle bien se realiza, por lo menos, una doble operación. La primera denota que ya hay una cierta idea de qué es exactamente lo que se busca y, por ello, se está presto a producirla. De eso se trata planificar. Pero surge, allí, el primer inconveniente: si por circular se entiende la realización de un movimiento constante, planificarlo es, por el contrario, limitarlo (es que realizar un plan metódicamente organizado para obtener un objetivo determinado se opone, definitivamente, a un puro movimiento que no tiene otro plan u objetivo que el de continuar moviéndose). Los términos mencionados, entonces, en esta primera operación, no parecen complementarse sino que, por el contrario, parecen mantenerse en tensión. Llama la atención lo lejos que pueden llegar las consecuencias de este planteo. Por ejemplo: en la Declaración Universal de los Derechos Humanos se promueve, además, que todos los ciudadanos circulen libremente; pero, como ya mencionamos, pretender planificar los modos de circulación posibles llevará a que aquello que allí se promueva para alcanzar esa libertad estará, también, metódicamente organizado. Parece un contrasentido. O, tal vez, deba entenderse que libremente jamás debe interpretarse como sinónimo de sin restricciones. Será por ello que contemplamos que solo se planifica a partir de los intereses de un planificador x. Él es quien termina por realizar la operación.
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En la segunda operación se establece una redundancia, puesto que si se dice circular bien debería, por lo menos, surgir la pregunta acerca de qué significa circular mal. Ahí aparece otro inconveniente, ya que solo hay una forma de circular: girando en círculo. Es decir, si se está circulando, ya no se tiene alternativa. Resulta interesante, entonces, interrogarse hasta dónde o hasta cuándo circular.
Para la primera operación, el recorrido singular no tiene valor, dado que solo interesa el ideado por el planificador. Para la segunda, la posible solución singular (pues esta tal vez conlleve una salida del circuito) desaparece, dado que es el mismo movimiento circular quien ya se presenta como solución.
Como corolario, se produce en Córdoba, por doquier, el furor por la aplicación de una especie de maquinaria de la circulación: entre otros ámbitos, la insistencia en re-pensar el reordenamiento del andar vehicular (promovido desde la dirección de tránsito como núcleo del orden social), la creación de espacios urbanos interconectados (como principio del diseño de una ciudad feliz), la desmanicomialización (en tanto fundamento rector del buen rumbo de la salud mental en la provincia). Las consecuencias de esto se extienden. En algunas áreas de salud mental de la ciudad, por ejemplo, a la acción de planificar, que nace como un intento de evitar la contingencia, busca incorporársele un nuevo objetivo: alcanzar óptimos niveles de “felicidad bruta interna” (índice de felicidad de un pueblo). A partir de este índice, el presidente y el secretario de la Asociación de Psiquiatras de Córdoba proponen en el diario La Voz del Interior, el 4/12/2011, que desde su campo de trabajo se intervenga de manera activa en el diseño de las políticas públicas.1
Frente a este panorama, tal vez no sea en vano prestar atención a las palabras de Jacques Lacan cuando advertía que no todos los objetos son intercambiables.
 
Notas
Texto publicado en la Revista Saltos número 1.
1. http://m.lavoz.com.ar/node/457718. Consultado el 4/12/2011.
Bibliografía
Dionisio, L., Gigena Parker, D. (2011). Felicidad bruta interna en Córdoba. Disponible en: http://m.lavoz.com.ar/node/457718